Caudal / Tipos
Macizos montañosos cantábricos
Suponen un auténtico murallón entre Asturias y León, donde las condiciones físicas se muestran muy determinantes en la configuración del paisaje. La agreste orografía de entorno hace que se presenten diferencias bioclimáticas ostensibles entre su cara asturiana, siempre húmeda (por no decir mojada) y la leonesa, mucho más seca, lo que determina cubiertas vegetales muy diferenciadas, con robles y hayas en la cara norte y rebollos y sabinas en la sur.
Ciñéndonos a la cara norte, que es la incluida en el paisaje a comentar, hayas (Fagus sylvatica), robles albares (Quercus petraea) y abedules se concentran a media altura y matorral y piedra desnuda en sus partes más elevadas.
Las áreas de mayor cota, que rebasan los 2.000 metros, ofrecen relieves donde la masividad del roquedo y la erosión glaciar y periglaciar dibujan un paisaje hasta cierto punto diferenciado entre la zona occidental, más intrincado, y la oriental, más tendido (en términos relativos) y, por tanto, con una mayor impronta humana, desde la ocupación tradicional del territorio hasta instalaciones del tipo estaciones de esquí.
En este tipo la presencia de minería carece de representatividad; y aún así se encuentra muy horadado, pero de mano de las infraestructuras de comunicación, ya sea a cargo del ferrocarril convencional, del túnel que empleará el tren de alta velocidad o la Autopista del Huerna.
Sierras y valles de la Cordillera Cantábrica
Son la prolongación del anterior tipo, si bien sus rasgos son menos vigorosos, de menor cota y con una presencia humana mucho más destacada.
Se trata de relieves diseccionados por unos ríos “impetuosos”, que salvan importantes desniveles con poco recorrido lineal, lo que les confiere una gran capacidad erosiva. El resultado es una serie de valles nítidamente definidos (Aller, Turón, etc.) con unas laderas de pendiente importante.
La ocupación humana tradicional deja señas muy nítidas de su relación con el sol, muy perceptible por la dirección aproximada E-W; así, la ladera de solana cuenta con la mayor parte de los asentamientos de población, circundados éstos de sus correspondientes términos agrarios. Por contra, la cara umbría queda reservada para la explotación forestal y las labores pecuarias estivales.
Sobre este tipo de paisaje fue muy habitual la minería de montaña u horizontal, pues la propia ladera se aprovechaba para iniciar galerías a diferentes alturas a través de lo que se conoce como una bocamina. Posteriormente, la explotación se llevó a los ejes de los valles por medio de pozos verticales, lo que supuso una mayor incidencia de la minería en el paisaje, con caracteres análogos a los que se comentarán en el próximo tipo de paisaje.
Este tipo de paisaje supone los espacios fronterizos entre este paisaje minero y el del valle del Nalón, en el que también se presenta.
Valles intramontañosos asturianos
Básicamente es la continuación de los anteriores, con caracteres relativamente parejos. Sin embargo, éstos ocupan la parte más baja y abierta de los valles de la Cordillera Cantábrica, lo que resulta muy perceptible en los valles de Turón y Aller, así como en los grandes colectores fluviales.
El calificativo de “intramontañosos” es buen reflejo de su orografía, con laderas también de pendientes importantes, si bien algo menos acusadas que en el tipo anterior; y, eso sí, la parte baja cuenta con una mayor sección, con cierta importancia de las vegas, únicos terrenos llanos del entorno.
Sobre este tipo la actividad minera ha sido capital; si bien también cuenta con numerosos ejemplos de minas de montaña, el pozo vertical es el modelo por excelencia, dibujando un skyline dominado por castilletes y una superficie ya no sólo cubierta por las instalaciones del propio pozo, sino también de las infraestructuras centrales que asisten a toda la cuenca, tales como los lavaderos.
Esta mayor actividad conlleva una mayor presencia de espacios residenciales urbanos. El modelo más repetido es de barriadas obreras a modo de cuartel, donde su función básicamente se limitaba al residencial con una nítida carencia de equipamientos que, en los mejores casos, se fueron incorporando posteriormente. Los mayores centros urbanos y la cabeza comarca, Mieres, también se encuentran sobre este tipo de paisaje.