Imón / Tipos
Parameras ibéricas
Son “paisajes de amplio horizonte”, lo que deriva de lo horizontal de su relieve. No obstante, esto no quiere decir que la topografía sea homogénea, pues podrían definirse dos niveles: uno el de las campiñas a unos 900 metros y otro el de las sierras tabulares, a unos 1.100. Esta disposición plana depende de momentos de erosión previos a los últimos ajustes tectónicos, pues en realidad se trata de relieves plegados invertidos, lo que resulta fundamental para la explotación de las salinas.
Así los sinclinales (el pliegue con forma de “U”, valle en origen) configuran la partes altas del territorio, mientras que los anticlinales (la “U invertida”, elevada durante su génesis) han sido vaciados debido a su mayor debilidad ante los agentes erosivos, pues una vez “roto” el estrato de duras dolomías (que actualmente suponen la base de las sierras tabulares) afloran materiales mucho más blandos del Triásico, caso de arcillas, margas, limolitas, yesos y, con gran representatividad, sal. En efecto, entre estos materiales triásicos la concentración de sal es lo suficiente como para que la solución que acarrea el agua permita su explotación.
A nivel de explotación extractiva, no sólo cabe hablar de las salinas, pues las canteras de yeso y áridos han contado con cierta relevancia. De todos modos, la presencia de las salinas resulta más destacada, con la presencia de las salinas de La Olmeda en el río de la Hoz y, sobre todo, las salinas de Imón en el río Salado, sin duda el topónimo más representativo del fenómeno aludido.
Muelas ibéricas
No deben confundirse con las muelas fruto de la erosión de páramos, pues en este caso el término hace referencia a la forma en que se rematan las elevaciones, con rocas masivas que dibujan fuertes pendientes a partir de una cima plana.
Constituyen el borde occidental de este paisaje, donde las masivas calizas del Cretácico han sido responsables de relieves más vigorosos, si bien mantienen sus cimas planas, así como valles más angostos, llegando en casos concretos a constituir hoces; el río de la Hoz es un topónimo paradigmático de este tipo. De hecho, esta característica ha sido la responsable de favorecer la implantación de embalses sobre este tipo.
El grado de ocupación humana es mucho menor que en las parameras por las propias dificultades del terreno, y cierta preferencia hacia actividades de corte ganadero. Esto, a su vez, ha permitido una buena conservación del bosque mediterráneo, con un dominio nítido de encinas y, en menor medida, de quejigos.
En esta zona, la actividad extractiva básicamente se ha limitado a canteras de áridos.